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DEL ORGULLO Y OTRAS VERDADES

A propósito del día del orgullo

Publicado: 2019-06-28

Saludar el día del orgullo implica haber atravesado las barreras de la intolerancia y la discriminación por género tan arraigadas en una sociedad estructuralmente machista y conservadora como todavía se “precian” las mayorías peruanas. 

La lucha por la conquista de derechos que garanticen la construcción de la igualdad y respeto por la diversidad ha ido adquiriendo carácter progresivo; en ese sentido, el apoyo continúa en crecida, constatándose –gracias a los esfuerzos conjuntos en– infrenable e irreversible. Un logro –sin precedentes– para la humanidad.

Lo inquietante de la ola multicolor se presenta poco luego de los inicios de la persistente lucha –que dicho sea de paso arrastra años–, que concentra cuestionamientos principalmente ideológicos por parte de determinados sectores que, no siendo de otra manera, se muestran afines a las reivindicaciones de igualdad y no discriminación por razones de género, empero hacen un deslinde claro en función a categorías de clase.

Comulgo con muchos/as compañeros/as de luchas, en la necesidad de dotar de un sincero tinte de clase a las manifestaciones y marchas masivas que convocan los colectivos LGTBIQ. Su opinión es válida y legítima, entendiendo que el/la disidente sexual que procede de sectores socioeconómicos bajos, es doblemente oprimido/a y violentado/a en relación con aquellos/as otros/as, provenientes de las clases altas.

Sin embargo, procurando no perder el norte, lo cual significa evitar tentar suerte por caminos que no conduzcan hacia el estadio socialista, lo cierto es que la lucha emprendida por la comunidad LGTBIQ persigue propósitos concretos, que de darse una posible victoria de las reivindicaciones que enarbolan, termina por agotarse en sí misma.

Es por ello que podemos identificar entre sus filas a sectores liberales que soslayan el hambre y miseria de millones de peruanos, mientras se hincan deslumbrados ante la dictadura del gran capital.

Marcar posición frente a estas facciones –enemigas de clase– es en suma importante, no así pasarse la vida en debates estériles que no contribuyen a lavar el rostro a la comunidad arcoíris, cuyas demandas son legítimas y las respaldamos en tanto vienen imbuidas por grandes aspiraciones de igualdad. En mucho coincidimos.

Lo preocupante de todo el asunto, lo constituyen los grupúsculos que se autocalifican de “izquierda”, contándose entre ellos a organismos no gubernamentales, financiados por la USAID, que pugnan en la actualidad por su cuota de poder, y en cuya agenda no transparentan sino reivindicaciones liberales, que son un saludo a la bandera frente a los problemas cruciales que atraviesa el país. Un futuro gobierno suyo se trataría por lo tanto de una mala copia del actual gobierno, que se muestra incapaz de realizar cambios sustanciales, que impliquen un auténtico beneficio para el peruano de a pie.

Descubrir la delgada línea que separa a liberales de los autodefinidos grupos de “izquierda” cuyo océano se limita a meras desviaciones pequeñoburguesas, es casi imposible. La invisibilidad que reviste es proporcional a la vocación transformadora que traen consigo. Lo que no, la preocupación por las demandas postergadas de un país marcado por la pobreza y desigualdad socioeconómica, que tienen como causa el modelo económico intocable devenido de una Constitución Política espuria, protegida celosamente por las élites dominantes.

Y por lo dicho, ‘zapatero a tu zapato’, la lucha LGTBIQ existe por sí misma, al punto que termina absorbiendo cualquier bandera vindicativa, exógena a sus intereses, que pretenda sacar réditos de su ya oficial respaldo.

De ninguna manera podemos ser indiferentes a las legítimas demandas levantadas por el reconocimiento y respeto a la diversidad, de hecho acompañamos muy de cerca el proceso, no sin que se nos olvide que el género nos une, y la clase nos divide.


Escrito por

Kely Idrogo Estela

Soy un pájaro feliz / entre vastos árboles de letras.


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