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fotografía: sangrre

VICTORIAS Y VIRAJES

Publicado: 2020-10-30

El retorno a la democracia en Bolivia supone –entre otros aspectos– el cese a la cruenta violencia desplegada por el gobierno de facto, en contra de la población manifestante. Asimismo, el rechazo mayoritario a posturas perniciosas que avalan la segregación racial. Pero también, el carpetazo categórico a grupos religiosos fundamentalistas, que se han caracterizado –desde siempre– por su marcada intolerancia, a puntos de vista diferentes. 

Por otro lado, la victoria contundente del Movimiento al Socialismo, suprime la errónea percepción de un supuesto fraude electoral, que denunciara con empeño la derecha opositora. Sin embargo, semejante artimaña no hubiera cobrado fuerza, de no ser por el informe controvertido que sacara a la luz, la OEA. Es así como se termina frustrando un cuarto periodo de gobierno, del reconocido líder indígena Evo Morales.

Por si fuera poco, los señalamientos parcializados por parte del organismo presidido por Luis Almagro en contra del oficialismo boliviano, provocaron que la confrontación ciudadana se agudizara. Llegó al punto de cobrarse decenas de vidas humanas lamentables.

Posterior a las elecciones del año 2019, en medio del panorama de desconcierto que venía atravesando el pueblo boliviano, otro actor importante interviene, para dar nueva dirección a la historia política de su país. Así pues, las fuerzas armadas desempeñaron un rol protagónico en la consumación del golpe de Estado que se diera contra el gobierno de Evo. Puesto que fue el cuerpo castrense el que hizo dimitir al mandatario.

Con un alto nivel de polarización, con el pueblo en las calles, la desestabilización del país era evidente. Bajo ese contexto de confrontación, salta a la palestra la figura de Jeanine Áñez. La polémica senadora que terminó por proclamarse presidenta interina de Bolivia, sin que medie quórum parlamentario que valide tamaño despropósito.

El bochornoso papel ejercido por la OEA en las elecciones de 2019, no se ha vuelto a repetir en octubre último. Ello responde visiblemente a los resultados aplastantes que sacara Luis Arce, sobre Carlos Mesa.

Con el 55,1% de votos, el MAS ha sepultado la idea limitada en torno al personaje de Evo Morales. Así, desaparece la categoría de auténtico caudillo, que algunas voces “autorizadas” han pretendido establecer respecto del líder aymara. De hecho, con el triunfo electoral, la organización del expresidente boliviano se expone como caldo de cultivo para la formación de nuevos liderazgos. La fórmula presidencial Arce – Choquehuanca encarna la certeza de que el Movimiento al Socialismo tiene un alcance superior a su líder histórico.

Por su parte la lectura que nos dejan estas elecciones, es que la organización que lleva cerca de catorce años de gobierno en Bolivia, conserva inexorablemente su arraigo popular. La compenetración del grueso de la ciudadanía boliviana con el MAS desborda –por supuesto– las meras votaciones.

Pero además, otra de las razones indirectas que explican el éxito terminante del movimiento dirigido por Arce en los últimos comicios, es la abierta posición reaccionaria del gobierno de facto, en contraste manifiesto con el gobierno democrático de Evo. No ha habido forma de que la población pase por alto la marcada diferencia. A ello se suman los pasivos de la pandemia, que ha tenido que cargar –de todos modos– el gobierno transitorio de Áñez.

Las buenas nuevas que nos da Bolivia en su giro hacia la democracia, alienta el rumbo de la política regional. Poco a poco, Latinoamérica vuelve a la izquierda, nuevamente. Así lo evidencia también el plebiscito celebrado en Chile, que aprueba con un 78.27% de los votos, una nueva Constitución Política para el país sureño. Lo que ha supuesto a su vez, el rechazo arrollador al legado privatista de Pinochet.

Dos procesos importantes en la región se han llevado a cabo. La ciudadanía ha sido clara y contundente en su decisión sobre el rumbo que anhela para sus países. No cabe duda que estamos frente a una nueva Latinoamérica.


Escrito por

Kely Idrogo Estela

Soy un pájaro feliz / entre vastos árboles de letras.


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